En 1967 la empresa americana NCR presentó el primer cajero automático del mundo. Para miles de americanos se acababa el tener que pasar por ventanilla para sacar dinero de su cuenta bancaria. Con el paso de los años los cajeros automáticos han pasado de lo anecdótico, a formar parte se nuestro paisaje urbano. Pero ahora, casi cincuenta años más tarde del primero, su papel comienza a estar en entredicho.
En primer lugar, porque nos hemos acostumbrado a utilizar cada vez menos dinero en efectivo. Siguiendo la tendencia de países como Reino Unido, en España ha dejado de estar mal visto el pagar una hamburguesa, unas cañas o un simple café con una tarjeta de crédito. La introducción de la tecnología contactless agiliza los pagos y en cierta manera, hemos perdido ese sentido de «vergüenza» a la hora de realizar pequeñas transacciones con tarjeta.
No lo decimos sólo nosotros. Un reciente estudio desarrollado por ING Direct asegura que un 56% de los españoles ha reducido el uso de efectivo durante el último año. Los españoles se encuentran en este sentido, sólo por detrás de turcos, polacos e italianos, los tres países que menos dependieron de billetes y monedas durante el último año. Y según el mismo informe, la tendencia va a ir a más.
Por otro lado, tenemos el lento pero constante despego de los pagos móviles. La llegada de Apple Pay a Europa y el desarrollo de muchas de sus alternativas (Android Pay, Samsung Pay, Microsoft Payments, PayPal, etc.) ya están empezando a impactar al comercio minorista. De hecho la semana pasada os contábamos en MuyPymes cómo había sido nuestra experiencia a la hora de pagar con nuestro teléfono móvil.
Y el pago móvil no se limita al NFC. Sacar unas entradas de cine desde la propia App, pagar en un establecimiento de comida rápida desde la webapp del local y en general el despliegue del comercio electrónico mobile, están contribuyendo a que en nuestra cartera tengamos cada vez menos «dinero suelto».
Con estos datos, una de las conclusiones a las que podríamos llegar con facilidad es que los cajeros automáticos tienen los días contados. ¿Pero es así? Si miramos las cifras que nos ofrece la revista Quartz por ejemplo, podríamos pensar que la cosa no es tan evidente. En 2014, el 40% de los pagos que hicieron los usuarios americanos siguieron siendo en dinero en efectivo. Y sin embargo lo más interesante es que el 66% de los pagos que se realizaron con tarjeta de crédito, tuvieron un valor inferior a un dólar.
Más billetes que nunca
Pero esta percepción que tenemos muchos usuarios, podría estar completamente equivocada. Hoy en día, según afirma el BCE, hay el doble de billetes de euro en circulación que cuando se puso en marcha la moneda única. Es cierto que puede explicarse porque ha aumentado el número de países que se han pasado al euro y que a lo largo de estos años, la moneda europea ha crecido en importancia y popularidad, pero es un dato a tener en cuenta.
Pero también, como explica el CEO de Diebold (fabricante de cajeros automáticos), también se han duplicado el número de dólares con respecto a los que había en circulación hace 20 años, indicando tal vez que aunque apreciamos el uso de las nuevas tecnologías, sigue gustándonos tener dinero en el bolsillo.
Lo que sí ha cambiado rápidamente es el papel que está jugando el cajero automático en muchas sociedades en las que la penetración de Internet no es tan alta como en Europa o Estados Unidos. En muchos países de América Latina por ejemplo, el cajero automático es además de un dispensador de dinero, un punto en el que los usuarios pueden pagar facturas de luz, agua, teléfono, etc. o sacar entradas para todo tipo de acontecimientos.
Pero no sólo ocurre en países emergentes. En España los cajeros automáticos siguen siendo una alternativa de compra y recogida de entradas, en Reino Unido son muy populares a la hora de recargar el saldo del teléfono o hacer donaciones a distintas ONG’s y en Suiza los usuarios pueden utilizarlos para abrir una cuenta bancaria.
Lo que parece evidente, como vuelve a asegurar el informe de ING es que los españoles pisamos cada vez menos las oficinas bancarias. De hecho uno de cada tres asegura que no visita una oficina desde hace más de seis meses. Los cajeros en este sentido, tienen que tomar buena nota y reinventarse, o el futuro que les espera no va a ser especialmente esperanzador.