Es un hecho innegable que cada vez generamos más residuos, y sabemos que más del 40% de éstos son orgánicos. La Directiva Europea de Residuos establece que todos los países de la UE deberán reciclar, al menos, el 65% de sus residuos orgánicos en 2035, todo un reto para España dado que nuestra cifra actual de reciclaje apenas llega al 35%, frente a la media europea del 48%.
Hoy día una, gran parte de los residuos orgánicos termina en los vertederos o en procesos de incineración. Pero, ¿por qué pasa esto?, ¿qué es lo que llega a los vertederos?, ¿reciclamos bien?, ¿estamos concienciados realmente de la cada vez más
importante necesidad de esta acción? Los envases multimateriales, el material sanitario que hemos incorporado a nuestra vida cotidiana (mascarillas, test de antígenos, etc), y la falta de tiempo y/o espacio en casa hace que el reciclaje sea una tarea complicada.
Econward es una compañía de tecnología española centrada en el desarrollo de soluciones para optimizar el tratamiento de los residuos orgánicos, y han conseguido desarrollar una tecnología propia (Biomak) que nace precisamente para intentar aportar una solución a esta dificultad de reciclar bien en origen.
Biomak se integra en la cadena de tratamiento del residuo, y somete al residuo a un proceso de hidrólisis térmica que consigue cambiar sus propiedades físicas y químicas. El resultado es un material homogéneo e higienizado que mejora la
posterior producción de biogás, además de su posible uso como compost y fertilizante. El proceso permite aprovechar más del 90% del residuo, generando una biomasa con propiedades idóneas para la alimentación de los digestores en las
plantas de producción de biogás y biometano.
Así, la empresa favorece la generación de energía limpia optimizada, y permite generar siete unidades de energía por cada una utilizada. La tecnología se aplica a un tipo de residuos muy complejo de tratar y que es responsable del 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. Además, contribuye a la reducción de los residuos que terminan en vertederos e incineradoras y propone un cambio, con sentido, que genere al mismo tiempo un triple impacto, con beneficios ambientales, sociales y económicos, ya que no solamente consigue recuperar y reciclar estos residuos, sino que lo hace ayudando a mejorar la producción de energía renovable, ayudando a la transición energética.
Y lo que está claro es que, dada la situación geopolítica que nos rodea, esta tecnología y su desarrollo I+D+i está en su momento de mayor interés. Necesitamos compañías y tecnologías que pasen del discurso a la acción en materia de sostenibilidad, y soluciones que ayuden a resolver los problemas ambientales reales.
Cuando la crisis energética era aún incipiente en Europa y los precios del gas y de los mercados de electricidad empezaron a subir a finales del tercer trimestre de 2021, ya hubo muchas voces que advertían de la necesidad de una transición energética hacia una economía cada vez más sostenible y circular.
Ahora, pocos meses después, y con precios mucho más altos aún, Europa se ve obligada a acelerar esta transición y tomar como objetivo a corto plazo las acciones enfocadas a la independencia energética para eliminar los riesgos de depender energéticamente de países como Rusia.
El pasado 8 de marzo la Comisión Europea presentó el plan ‘REPowerEU’, con el que busca alcanzar la independencia de Europa de los combustibles fósiles rusos antes de 2030, comenzando por el gas natural y proponiendo llegar en ese año a la producción de 35.000 millones de metros cúbicos (bcm) de biometano al año, una cifra diez veces superior a la actual.
En Europa se nos presentan retos muy importantes en los próximos años que requerirán, sin duda, de mucho esfuerzo y compromiso por parte de todos los ámbitos: político, corporativo, y social.
