La noticia no ha sorprendido a casi nadie. Jinn, la startup española de «última milla» cierra sus puertas para siempre. Pintaban mal las cosas desde el pasado mes de agosto, cuando decidieron limitar su actividad a Londres y poner fin a su presencia en el resto de las ciudades en las que operaban, entre las que se encontraban Madrid y Barcelona.
Su incapacidad de crecer al mismo ritmo de rivales como UberEATS o Deliveroo o su turbulenta relación con sus propios trabajadores (que llegaron a hacer un escrache a los fundadores de la compañía) han precipitado su caída.
Como explican desde Business Insider, hasta el último momento la empresa fundada por Mario Navarro, Joseba Mendivil y León Herrera Sáez-Benito, tanteó la posibilidad de ser adquirida por uno de sus competidores, manteniendo reuniones para este fin hasta el pasado 17 de octubre.
Pero como casi todo en Jinn, lo peor de su cierre han sido las formas. Uno de los trabajadores del equipo de administración de la compañía se puso en contacto vía Telegram con uno de los repartidores para informar de que la compañía estaba a punto de cerrar, pidiéndole que difundiese el mensaje antes de que su cuenta fuera bloqueada. También lamentaba el hecho de no saber qué ocurriría con los salarios que quedaban por pagar o de qué forma se iba a realizar el cierre.
Finalmente el CEO de la compañía, Mario Navarro, acabó por enviar una carta a todo el personal de la empresa en la que confirmaba lo que ya era un secreto a voces. Además de darles las gracias e informar de que la empresa se declara oficialmente insolvente, deja en el aire algunas de las dudas que más preocupan a los trabajadores: esto es, si la compañía acabará por pagarles las pagas atrasadas y los salarios que aún les debe, una cantidad que en muchos casos, asciende a más de 1.000 euros.
